domingo, 15 de agosto de 2010

Para bien o para mal estamos ya acostumbrados a escuchar noticias sobre los problemas medioambientales; quién más, quién menos, tiene alguna noción de lo que significa biodiversidad, y nadie se engaña de que en términos de desarrollo sostenible, gestión de recursos y protección del medio ambiente las cosas no se están haciendo demasiado bien en el mundo en el que vivimos.

Pero en cualquier caso todo ello nos suena a segunda división, a una mezcla de relleno de Telediario y documental de La 2. Nada que ver con la temblequera que nos entra cuando nos hablan de recesión, de tipos de interés o de inflación. Poco importa si entendemos de economía más o menos lo mismo que de ecología: los números son los números, y la ecología no es nada más que eso tan bonito que va sobre delfines, osos panda o ballenas, que sin duda es digno de defender pero sin radicalismos ni exageraciones y, sobretodo, sin que afecte a nuestro maltrecho bolsillo...
la defensa de la Vida se convierte en mucho más que en una exigencia estética o ética hasta revelarse como un acto de ese egoísmo imprescindible que limita con la defensa propia
 
 

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